Facundo Vazquez / / 10 de diciembre del 2019

La irracionalidad de la «grieta»

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Al hablar de la «grieta», pensamos en lo que aparece en las paredes luego de un temblor fuerte. Pero, en Argentina, esta palabra tiene un significado diferente. La «grieta» es la palabra con la cual se ha definido la polarización ideológica que existe entre los argentinos, dividiendo a los kirchneristas y antikirchneristas. Además, ha sido utilizada en el discurso político para justificar los males nacionales de parte de un lado y de otro. El fenómeno es representado en la figura de Cristina Fernández, la expresidenta de Argentina y, actualmente, vicepresidenta electa del país, por ser líder del kirchnerismo y gran figura populista de la región. El antikirchnerismo ha tenido varias figuras; la última, el presidente saliente Mauricio Macri, que fue derrotado en las elecciones del pasado octubre. En ambas partes de la «grieta» se cae en una situación: si las cosas salen bien, es la responsabilidad de quien lo ha hecho; pero si las cosas salen mal, la responsabilidad recae en el otro lado de la grieta.

Si las cosas salen bien, es la responsabilidad de quien lo ha hecho; pero si las cosas salen mal, la responsabilidad recae en el otro lado de la grieta.

Este fenómeno social se puede entender bajo el concepto de la irracionalidad racional, uno de los tipos de votante. Este concepto es definido como el acto de reforzar nuestras creencias poniendo mucho peso en cualquier argumento que las favorezca y menos peso en los argumentos que compiten contra ellas. Esto puede llevar a creencias contraproducentes e irracionales (Holcombe, 2016). Relacionándolo con el votante, se entiende que este es capaz de asignar algunos valores, actitudes o expectativas a una persona por su forma de ser, su experiencia o su pasado. Al asumir estos aspectos, se ignoran, en el caso de la política, sus capacidades reales o sus propuestas.

¿Cómo se refleja la irracionalidad racional en la «grieta»? En primer lugar, la misma definición muestra características dignas de ser analizadas. Al adularse por los éxitos del país y quitarse la culpa de los errores, el político produce en el votante un tipo de mentalidad que no favorece la búsqueda de buenas propuestas. Se genera una rivalidad entre dos ideologías en la que no importa lo que se ofrece, sino la expectativa de éxito o fracaso de una persona; esto es lo que mueve al votante. Es un fenómeno, sin duda, muy personalista que genera tensión social por no haber más opciones que estar de un lado o de otro de la «grieta». 

Al adularse por los éxitos del país y quitarse la culpa de los errores, el político produce en el votante un tipo de mentalidad que no favorece la búsqueda de buenas propuestas.

Este es el caso de lo que sucedió con Cristina Fernández de Kirchner y Mauricio Macri. Cada uno representaba una de las dos opciones viables; no elegir a uno era estar a favor del otro. En esta situación se observa otro efecto de la «grieta»: la distribución del voto en dos personalidades polarizadas. En ocasiones, cuando se produce esta situación, las propuestas económicas y sociales de los candidatos no son tan diferentes, sin embargo, la rivalidad hace parecer que sí y eso tiene un efecto en el voto de la ciudadanía. 

En las últimas elecciones del pasado 27 de octubre en Argentina, la «grieta» se reflejó de manera clara en la primera vuelta de las elecciones presidenciales, donde hubo un mano a mano claro. Alberto Fernández y Cristina Fernández ganaron la presidencia con un 48.10% de los votos frente al 40.38% de Mauricio Macri y Miguel Ángel Pichetto (Clarín, 2019), acumulando entre ambas partes más del 88% de todo el voto emitido. El hecho de que dos opciones capturaran la mayoría del voto evidencia la «grieta» causada, en gran parte, por la personalidad de Cristina. Es ella, y no Alberto, la que atrae a los votantes de su lado de la «grieta» y quien hace que los que no estén de acuerdo con su figura se junten del otro lado.

El hecho de que dos opciones capturaran la mayoría del voto evidencia la «grieta» causada, en gran parte, por la personalidad de Cristina.

La «grieta» es un fenómeno que lleva años creciendo en la sociedad argentina y que con la pésima situación social y económica que vive el país desde hace años sigue aumentando. La figura de Cristina Fernández polariza aún más a la sociedad y crea una rivalidad entre los kirchneristas y los que no lo son. El futuro solo trae más gasolina a la «grieta», aún más con el regreso al poder del peronismo kirchnerista. La polarización social parece solo aumentar con el constante fracaso económico de Argentina y de esto solo puede surgir mayor tensión social entre las dos partes. Una política de propuestas y no de personalidades es lo que necesita Argentina, pero, por ahora, la irracionalidad racional se extiende y profundiza el impacto de la «grieta».

Referencias

  • Clarín. (2019). Elecciones 2019: Los resultados de las elecciones en todo el país. Clarín. Recuperado de https://bit.ly/36hetyO
  • Holcombe, R. (2016). Advanced Introduction to Public Choice. Massachusetts: Elgar Advanced Introductions

AVISO IMPORTANTE: El análisis contenido en este artículo es obra exclusiva de su autor. Las aseveraciones realizadas no son necesariamente compartidas ni son la postura oficial de la UFM.

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Facundo Vazquez

Futuro internacionalista del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales. Apasionado de la lectura, astronomía y de la búsqueda del desarrollo de nuestra región.

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