Pablo Guido / / 18 de enero del 2022

El regreso de partidos liberales al Congreso argentino: ¿fenómeno transitorio o de mediano plazo?

Foto cortesía de Benjamin Rascoe

En Argentina, el domingo 14 de noviembre 2021 se realizaron las elecciones legislativas de medio término para elegir a la mitad de la Cámara de Diputados (129) y un tercio de senadores (24). Después de muchos años, como ya veremos más adelante en detalle, fueron elegidos 4 diputados nacionales pertenecientes a fuerzas políticas liberales y uno más que ingresó en la lista de la principal coalición opositora.

¿El «nuevo» resurgimiento de las ideas liberales son un fenómeno transitorio o pueden configurar un período de crecimiento del liberalismo argentino en la política partidaria?

Entre ellos se encuentran tres reconocidos economistas locales: Javier Milei, José Luis Espert y Ricardo López Murphy. Ahora bien, ¿el «nuevo» resurgimiento de las ideas liberales, la participación de sus principales figuras en la política y su ingreso al Congreso son un fenómeno transitorio o pueden configurar un período de crecimiento del liberalismo argentino en la política partidaria?

El contexto económico, político y social de Argentina

Para intentar responder a este interrogante es clave describir el contexto económico, político y social en el que se encuentra Argentina. La Argentina pasó de ser el país más pobre de Latinoamérica, a mediados del siglo XIX, a ser el primero en términos de ingresos per cápita hacia finales de aquel siglo en el mundo, manteniéndose en el top ten del planeta hasta los años 30 del siglo pasado.

Luego sobrevino la sucesión ininterrumpida de crisis y deterioro relativo de sus indicadores económicos y sociales hasta la actualidad, lo que los historiadores llaman un proceso de decadencia en los últimos 90 años. A pesar de este «tobogán» crónico, el país se mantenía en posiciones envidiables hasta hace 50 años: hacia principios de los años 70, la pobreza no superaba el 5 % de la población y su ingreso por habitante era el mayor de Latinoamérica.

En los últimos 10 años, se ha registrado una nueva «década perdida» en Argentina: entre 2011 y 2019, el PIB tuvo un retroceso de 2.5 %, que en términos per cápita ha significado una caída de casi 11 %

Sin embargo, desde aquellos años hasta la actualidad, la tasa de crecimiento anual promedio por habitante ha sido del 0.5 % y la pobreza hoy alcanza a casi la mitad de su población. No obstante, todo no ha sido «barranca abajo» en los últimos 40 años, ya que se han combinado etapas de crecimiento con otras de retroceso: en la década de los 80 (la llamada «década perdida»), el PIB cayó un 11 % acumulado (el PIB per cápita, un 23 %); luego, entre 1990 y 1998, hubo un crecimiento acumulado del 56 %; y continuaron cinco años de recesión (-18 % acumulado) para volver a crecer casi 75 % durante la siguiente década (2002-2011).

Sin embargo, en los últimos 10 años, se ha registrado una nueva «década perdida»: entre 2011 y 2019, el PIB tuvo un retroceso de 2.5 %, que en términos per cápita ha significado una caída de casi 11 %. En el mismo período, la economía mundial creció 37 %, los países emergentes un 53 % y los países latinoamericanos un 13 %. No obstante, el golpe final fue la pandemia del 2020, en combinación con la extensa y rígida cuarentena, que hizo colapsar la economía un 9.9 % (la segunda peor caída del PIB en la historia del país, pues el peor retroceso del PIB fue en 2002, con el 10.9 %). Para finales del año pasado, la pobreza alcanzó un nivel récord del 42 %, aproximadamente 19 millones de personas.

El deterioro del país que se aceleró en 2020

Desde la última megacrisis del año 2001, el dólar se incrementó 19.900 % (200 veces) y los precios al consumidor aumentaron 7.700 % (un promedio anual de casi 25 %). Sin embargo, en los últimos cinco años, la tendencia se aceleró: la inflación fue a una velocidad promedio anual del 42 % y el dólar aumentó 1100 % (12 veces). El deterioro que ya venía teniendo el país se aceleró en 2020 con la COVID-19 y las restricciones sanitarias que impuso el Estado argentino.

En los últimos dos años se han perdido cientos de miles de empleos, tanto formales como informales. La economía recién está recuperando los niveles de actividad prepandemia, pero aún está casi 8 % debajo de los de principios de 2018. La causa principal de este estancamiento de la última década reside en el exorbitante nivel de gasto público: entre 1960 y 2005, el nivel de gasto público en relación al PIB promedió el 30 %, pero hace unos 15 años comenzó a crecer ininterrumpidamente para estacionarse en casi 50 % del PIB.

No solo hay un éxodo de empresas multinacionales del país y decenas de miles de empresas locales han quebrado, sino que 100 argentinos emigran cada 24 horas a otros países, según datos oficiales.

Para financiar este sector público frondoso no solo hubo que incrementar la carga tributaria a niveles récord (las personas o empresas que trabajan en el sector formal sufren una presión tributaria de entre 55 % y 60 % de sus ingresos); también se ha utilizado el endeudamiento público hasta niveles estratosféricos, al punto que el Estado nacional ha tenido tres defaults en lo que va del siglo XXI. Además, por si no fuera suficiente, se ha apelado a la «maquinita» del Banco Central, que emite toneladas de billetes para financiar al fisco. Los salarios, medidos en dólares, han bajado un 45 % en el último año.

No solo hay un éxodo de empresas multinacionales del país y decenas de miles de empresas locales han quebrado, sino que 100 argentinos emigran cada 24 horas a otros países, según datos oficiales. En los primeros 9 meses del 2021, más de 26 mil argentinos se han ido a buscar un futuro mejor a otros países. Las encuestas registran periódicamente los mismos sentimientos de la población: fatiga, desencanto, frustración, hartazgo, enojo, agobio, tristeza, cansancio y agotamiento. La paliza económica y emocional de los 45 millones de habitantes ha sido colosal en los últimos dos años, pero también en la última década.

Las elecciones argentinas del 2021: las nuevas fuerzas políticas liberales

En este contexto, 34 millones de personas estaban habilitadas para ir a votar el domingo 14 de noviembre. Cuando se realizaron las elecciones presidenciales a finales de 2019, triunfó el partido peronista (Frente de Todos), con un 48 %, ante la coalición opositora (Juntos por el Cambio), con un 41 %. En estas elecciones de noviembre, el partido gobernante logró un 33 %, con una caída del 40 % de votantes respecto a dos años atrás, pasando de 13 a 8 millones.

La principal coalición opositora, en el mismo lapso, recogió casi un millón de votos menos, aunque manteniéndose con un 42 % del total de sufragios. Así, los dos principales partidos tuvieron una merma de 6 millones de votos en el lapso de dos años.

Sin embargo, hubo un claro ganador: Juntos por el Cambio (JxC) logró vencer en 13 de los 24 distritos provinciales, el Frente de Todos ganó en 9 y en 2 triunfaron partidos locales. JxC ganó no solo en las cinco provincias más pobladas (Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe, Mendoza y Ciudad de Buenos Aires: 30 millones de personas, el 65 % de la población total del país), sino también en 12 de los centros urbanos más importantes del país(Córdoba, La Plata, San Miguel de Tucumán, Mendoza, Paraná, Rosario, Mar del Plata, Neuquén, Resistencia, Río Gallegos, Salta y Ciudad de Buenos Aires: 11 millones de personas, el 25 % del total del país).

El peronismo tuvo la peor elección de su historia.

Por otro lado, el peronismo tuvo la peor elección de su historia. La tercera fuerza más votada a nivel nacional fue la izquierda trotskista, con 1.4 millones de sufragios (6.2 %), incrementando en unos 850 mil votos a los logrados en 2019(obtuvo 4 diputados nacionales).

Y las nuevas fuerzas políticas liberales lograron obtener casi 1.2 millones de votos (casi 5 %), cuando hace dos años sumaban un poco menos de 400 mil (1.5 %), mejorando en unos 750 mil sufragios respecto al 2019.

De todas maneras, entre las dos principales fuerzas políticas y los trotskistas y liberales hay un «abismo» en cuanto al número de legisladores nacionales: el Frente de Todos y Juntos por el Cambio reúnen el 91 % del total de las bancas de la Cámara de Diputados (134 de un total de 257); la izquierda, 4 diputados, y los partidos liberales, 4 congresistas.

Los diputados liberales en Argentina

Entre los cinco diputados liberales que van a ingresar al Congreso el próximo 10 de diciembre se encuentran economistas como Ricardo López Murphy (exministro de Economía en 2001 y quien ingresó al Congreso en las listas de Juntos por el Cambio en la Ciudad de Buenos Aires), que en 2003 se presentó como candidato a presidente y obtuvo un tercer lugar con el 16 % de los votos. Otro de los economistas que fue electo diputado es José Luis Espert, quien por primera vez participó en elecciones como candidato a presidente hace dos años, alcanzando casi el 1.5 % de los votos.

No es la primera vez que ingresan reconocidos liberales al Congreso Nacional de Argentina.

En esta elección del 14 de noviembre pasado, Espert encabezó la lista a diputados en el principal distrito electoral, la provincia de Buenos Aires, obteniendo el tercer lugar (7,5 %) con 656 mil votos y logrando ingresar por su partido a tres legisladores en el Congreso Nacional.

El tercer economista que fue elegido diputado nacional fue Javier Milei, quien participó en el distrito de la capital federal (Ciudad de Buenos Aires), obteniendo un tercer lugar con el 17 % del total de votos y dos plazas para el Congreso Nacional.

No es la primera vez…

Ahora bien, no es la primera vez que ingresan reconocidos liberales al Congreso Nacional. En la década del 80, hace 40 años, se creó un partido liberal: la Unión de Centro Democrático (UCeDe). En la primera elección del nuevo proceso democrático posterior al Gobierno militar, en 1983, la UCeDé logró ingresar a sus dos primeros diputados en el Congreso Nacional. A lo largo de la década, el partido fue creciendo electoralmente hasta alcanzar un máximo de casi dos millones de votos en las elecciones a diputados nacionales en 1989 (10.8 %).

La UCeDé se convirtió en la tercera fuerza más votada en las elecciones presidenciales del mismo año, cuando su líder Álvaro Alsogaray alcanzó el 7.2 % de los votos totales a presidente. En 1989, la bancada de diputados de la UCeDé logró un total de 11 congresistas.

¿Podrá mantenerse este resurgimiento electoral del liberalismo argentino o será una estrella fugaz?

Luego, el partido fue perdiendo relevancia en términos electorales, desapareciendo hacia el 2005. También hubo dos partidos políticos liberales en la Argentina en las dos últimas décadas, pero fueron iniciativas de corto alcance: Acción por la República, liderada por el exministro de Economía Domingo Cavallo, que se presentó en las elecciones de 1997 y 1999, logrando en esta última 9 bancas de diputados y el tercer lugar en la misma elección presidencial; y el partido Recrear, conducido por el mencionado López Murphy, que tuvo su mejor momento en 2003, desapareciendo del plano electoral hacia 2007.

¿Podrá mantenerse este resurgimiento electoral del liberalismo o será una estrella fugaz?

Intentemos responder a la pregunta que hacíamos al inicio: ¿podrá mantenerse este resurgimiento electoral del liberalismo o será una estrella fugaz?

Por un lado, tenemos la oferta electoral: en los últimos años, gracias a la presencia en los medios de comunicación tradicionales y en las nuevas redes sociales, fueron teniendo cada vez mayor exposición pública un conjunto amplio de referentes liberales (académicos y economistas principalmente); muchos de ellos integraron las listas para ingresar al Congreso nacional en esta última elección.

Las llamadas «ideas de la libertad» han ido ganando cada vez más aceptación entre amplios sectores de la sociedad, de manera transversal respecto al nivel de ingresos, educación y de todas las edades.

Por el lado de la demanda electoral, las llamadas «ideas de la libertad» han ido ganando cada vez más aceptación entre amplios sectores de la sociedad, de manera transversal respecto al nivel de ingresos, educación y de todas las edades. Una encuesta de junio de 2021 relevó que el 60 % de las personas manifiestan estar desencantadas por la política y por la «grieta» entre los principales partidos político; y entre el 38 % y 50 % de estos desencantados sienten que sus ideas están representadas por los partidos liberales/libertarios.

El liberalismo ha calado en los grupos más jóvenes

No obstante, fundamentalmente el liberalismo ha calado profundamente en los grupos más jóvenes. Según las encuestas de los últimos dos años, la enorme mayoría de los jóvenes manifiesta su deseo de emigrar del país, dado que no observan un escenario local que les permita, en síntesis, poder progresar. Una encuesta de mayo de este año registró lo siguiente: el 84 % de los menores de 25 años tiene sentimientos negativos respecto al futuro del país, el 85.7 % de dichos jóvenes manifiesta que se iría del país y el 21.4 % estaría dispuesto a votar candidatos liberales en las elecciones de noviembre.

Es ese grupo etario, entre 16 y 30 años, el que más apoya las propuestas liberales. El statu quo no los entusiasma; todo lo contrario, lo rechazan. Y las propuestas liberales apuntan a modificar, radicalmente, las bases institucionales del país.

Es ese grupo etario, entre 16 y 30 años, el que más apoya las propuestas liberales. El statu quo no los entusiasma; todo lo contrario, lo rechazan. Y las propuestas liberales apuntan a modificar, radicalmente, las bases institucionales del país.

En otras encuestas realizadas entre las elecciones primarias (12 de septiembre) y las generales (14 de noviembre), el 40 % manifiesta haber considerado votar a otro candidato del finalmente elegido (entre los menores de 25 años la respuesta fue del 55 %),  el 52.8 % se manifestó con sentimientos de preocupación/miedo/desconfianza respecto al futuro del país (entre los menores de 25 años la respuesta fue del 60 %) y el 11 % cree que Javier Milei es el líder de la oposición (el cuarto más votado en dicha encuesta).

¿Hay mercado para el liberalismo?

¿Hay mercado para que el liberalismo incremente la cantidad de votos en los próximos años para ampliar su caudal político? Los datos anteriores darían cuenta de la existencia de una oportunidad, ya que una proporción creciente de votantes que se sitúa en el campo no populista no estaría satisfecha con la oferta tradicional de la principal coalición opositora al Gobierno actual. Este factor se amplía en el rango etario de los más jóvenes.

Una amenaza es que el principal espacio político opositor comience a incorporar en algunas de sus propuestas (ya lo han empezado a hacer) las mismas que ofrecen estos nuevos partidos liberales (reducción de la carga tributaria o la reforma de la legislación laboral, por ejemplo).

La debilidad que se observa es la falta de unificación en un partido político a nivel nacional que siempre han tenido los liberales, con tendencia a «atomizarse» en múltiples organizaciones, dispersando el voto y evitando que se pueda mejorar la representación de legisladores en el Congreso.

Entre las fortalezas podemos encontrar que los principales referentes de los partidos liberales son economistas. Por ello, la agenda de los próximos años en el país tendrá un componente económico muy importante, dado el contexto crítico en áreas como el empleo, el crecimiento económico, la inflación, etc.

Por último, la debilidad que se observa es la falta de unificación en un partido político a nivel nacional que siempre han tenido los liberales, con tendencia a «atomizarse» en múltiples organizaciones, dispersando el voto y evitando que se pueda mejorar la representación de legisladores en el Congreso.

¿Un factor negativo para las elecciones presidenciales del 2023?

Un factor potencialmente negativo para el 2023, cuando se realicen las elecciones presidenciales, es que surja el «voto útil» hacia la principal fuerza opositora en detrimento de la opción liberal. El debate que se viene en los próximos dos años en la «tribu» liberal es la estrategia para las elecciones presidenciales del 2023: si participar de manera separada con partidos políticos propios o integrarse a una gran coalición opositora.

Puede que estemos ante una «primavera» liberal, como sucedió en los años 80 y la primera mitad de los 90, cuando la hiperinflación de 1989 desató un proceso de reformas (parciales) pro mercado.

Así, podemos encontrar muchos elementos para ser moderadamente optimistas. Puede que estemos ante una «primavera» liberal, como sucedió en los años 80 y la primera mitad de los 90, cuando la hiperinflación de 1989 desató un proceso de reformas (parciales) pro mercado ejecutadas por el Gobierno del peronista Carlos Menem.

Sin embargo, no hay que desconocer que en la Argentina las raíces populistas y estatistas han logrado mantenerse vigentes, electoralmente hablando, a lo largo de los últimos casi 100 años.

AVISO IMPORTANTE: El análisis contenido en este artículo es obra exclusiva de su autor. Las aseveraciones realizadas no son necesariamente compartidas ni son la postura oficial de la UFM.

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Pablo Guido

Doctor en Economía. Asesor legislativo. Director observatorio económico (ACIPAN). Profesor visitante de la UFM.

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